El Alquimista. Paulo Coelho

Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace la vida interesante.

¿Cuál es la mayor mentira del mundo?

En un determinado momento de nuestra existencia, perdemos el control de nuestras vidas, y estas pasan a ser gobernadas por el destino. Esta es la mayor mentira del mundo. Seas quien seas o hagas lo que hagas, cuando deseas con firmeza alguna cosa, es porque este deseo nació en el alma del universo. Es tu  misión en la tierra.
El alma del mundo se alimenta con la felicidad de las personas. O con la infelicidad, la envidia, los celos. Cumplir su leyenda personal es la única obligación de los hombres. Todo es una sola cosa. Y cuando quieres algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo.

La gente siempre está en condiciones de realizar lo que sueña.
Las personas aprenden muy pronto su razón de vivir- dijo el viejo con cierta amargura en los ojos. Quizá también sea por eso que desisten tan pronto. Pero así es el mundo. Todo en la vida tiene un precio. Cuando todos los días parecen iguales es porque las personas han dejado de percibir las cosas buenas que aparecen en sus vidas siempre que el sol cruza el cielo.

¿Cuál es el secreto de la felicidad? 

El sabio le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde. Añadió entregándole una cucharita de té en la que dejo caer dos gotas de aceite, lleva esta cucharita mientras caminas y cuida que el aceite no se derrame. El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas los dos horas, retorno a la presencia del sabio, ¿Qué tal? – Pregunto el sabio - ¿viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín que el maestro de los jardineros tardo diez años en crear? ¿Repasaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?
El joven, avergonzado, confeso que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el sabio le había confiado. Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo. Dijo el sabio. Ya más tranquilo, el joven tomo nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar.
De regreso a la presencia del sabio, le relato detalladamente todo lo que había visto. ¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? Pregunto el sabio. El joven miro la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.
Pues este es el único consejo que puedo darte – le dijo el más sabio de los sabios – el secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceites en la cuchara.

Comentarios