Cuando se quiere
algo, todo el universo conspira para que esa persona consiga realizar su sueño.
Se ama porque se
ama. No hay ninguna razón para amar. Pero el muchacho prosiguió: Yo te amo porque
tuve un sueño, encontré un rey, vendí cristales, cruce el desierto, los clanes
declararon la guerra, y estuve en un pozo para saber dónde vivía un alquimista.
Yo te amo porque todo el universo conspiro para que yo llegara hasta ti.
El amor nunca impide a un hombre seguir su leyenda personal.
A partir de aquel día el desierto iba a ser más importante.
Siempre lo miraría, intentado saber cuál era la estrella que él debía de estar
siguiendo en busca del tesoro.
La simple existencia de este mundo es la garantía de que
existe un mundo más perfecto que este. Escucha a tu corazón. El conoce todo,
porque proviene del alma del mundo y un día retornara a ella.
El miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento. Ningún
corazón jamás sufrió cuando fue en busca de sus sueños. Porque cada momento de
búsqueda es un momento de encuentro con Dios y con la eternidad.
Cada momento de búsqueda es un momento de encuentro - dijo el
muchacho a su corazón- mientras busque mi tesoro, todos mis días fueron
luminosos, porque yo sabía que cada momento formaba parte del sueño de
encontrar. Mientras busque este tesoro mío, descubrí por el camino cosas que
jamás habría soñado encontrar, si no hubiese tenido el valor de intentar cosas
imposibles para los pastores”
Todo hombre feliz era un hombre que llevaba a
Dios dentro de sí.
Comentarios
Publicar un comentario