Un día en la vida de un
pesimista
El pesimismo es un gran ejemplo de cómo comienzan a tomar forma muchas
de nuestras vacas. Los pesimistas viven en un mundo deprimente y negativo,
mientras que los optimistas viven en un mundo positivo y lleno
de oportunidades. Sin embargo, la verdad es que los dos comparten el mismo
mundo. La diferencia entre la vida que ellos experimentan y los resultados que
obtienen son solo consecuencia lógica de sus pensamientos dominantes.
En cierta ocasión, hablando con una persona particularmente negativa,
descubrí el que creo es el comienzo de las actitudes pesimistas de muchas
personas.
En respuesta a un comentario que le hice sobre su visión un tanto
lúgubre del mundo, el rápidamente respondió con la familiar frase “yo simplemente estoy siendo realista”. No obstante,
si le preguntas a una persona negativa si es pesimista, seguramente te
responderá algo así como “Yo no soy pesimista, simplemente soy
realista” si observas con cuidado, te darás cuenta que las
denominadas personas realistas tienden a ser pesimistas y a tener bajas
expectativas, tienden a enfocarse en los problemas y no en las
soluciones. Tienden a ver con mayor claridad sus debilidades que sus
fortalezas.
Su pesimismo es el lente a través del cual observan y evalúan el
mundo que los rodea. Y no es que hayan nacido así, su pesimismo es un
compartimiento aprendido.
En general, las emociones y sentimientos negativos son vacas que
adoptamos a lo largo de nuestra vida y programamos en nuestro subconsciente de
manera de manera involuntaria. Los pensamientos negativos no solo te
mantienen atado a la mediocridad, sino que poco a poco destruyen tu vida.
Generan fuerzas y sentimientos nocivos dentro de ti que se evidencian
tanto en estados emocionales dañinos y perjudiciales.
Muchas de estas vacas no solo afectan nuestra actitud y nuestra vida
emocional, sino que nos pueden estar robando nuestra vida.
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