La vaca. Camilo Cruz


Un día en la vida de un pesimista

El pesimismo es un gran ejemplo de cómo comienzan a tomar forma muchas de nuestras vacas. Los pesimistas viven en un mundo deprimente y negativo, mientras que los optimistas viven en un mundo positivo y lleno de oportunidades. Sin embargo, la verdad es que los dos comparten el mismo mundo. La diferencia entre la vida que ellos experimentan y los resultados que obtienen son solo consecuencia lógica de sus pensamientos dominantes.

En cierta ocasión, hablando con una persona particularmente negativa, descubrí el que creo es el comienzo de las actitudes pesimistas de muchas personas. 
En respuesta a un comentario que le hice sobre su visión un tanto lúgubre del mundo, el rápidamente respondió con la familiar frase “yo simplemente estoy siendo realista”. No obstante, si le preguntas a una persona negativa si es pesimista, seguramente te responderá algo así como “Yo no soy pesimista, simplemente soy realista” si observas con cuidado, te darás cuenta que las denominadas personas realistas tienden a ser pesimistas y a tener bajas expectativas, tienden a enfocarse en los problemas y no en las soluciones. Tienden a ver con mayor claridad sus debilidades que sus fortalezas.

 Su pesimismo es el lente a través del cual observan y evalúan el mundo que los rodea. Y no es que hayan nacido así, su pesimismo es un compartimiento aprendido.
En general, las emociones y sentimientos negativos son vacas que adoptamos a lo largo de nuestra vida y programamos en nuestro subconsciente de manera de manera involuntaria. Los pensamientos negativos no solo te mantienen atado a la mediocridad, sino que poco a poco destruyen tu vida

Generan fuerzas y sentimientos nocivos dentro de ti que se evidencian tanto en estados emocionales dañinos y perjudiciales.
 Muchas de estas vacas no solo afectan nuestra actitud y nuestra vida emocional, sino que nos pueden estar robando nuestra vida. 

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