Nuestras
preguntas determinan nuestros pensamientos.
No son los acontecimientos que configuran mi
vida lo que determina como me siento y actúo, sino más bien la forma que tengo
de interpretar y evaluar las experiencias de
la vida.
El significado que doy a cada acontecimiento determinará las
decisiones que tome, las acciones que emprenda y, en consecuencia, mi destino.
Así pues, si queremos cambiar la calidad de nuestras vidas
tenemos que cambiar nuestro enfoque y, en consecuencia, como pensamos y como sentimos.
Las preguntas son la forma fundamental que tenemos de aprenderlo
virtualmente todo.
Las relaciones florecen cuando las personas hacen las preguntas
correctas sobre en qué ámbitos hay conflictos potenciales, y como apoyarse los
unos a los otros, en lugar de desgarrarse mutuamente.
¿Quién soy como persona y hacia dónde me dirijo?
¿Qué puedo aprender de esta situación?
¿Cómo podemos mejorar esto?
¿Cómo puedo aprender de este problema para que no vuelva a
suceder?
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